martes, 20 de septiembre de 2016

Arreglando el Mundo: Gabriel Garcia Márquez


Resultado de imagen para arreglando el mundo gabriel garcía marquez

Un científico, vivía con preocupación todos los problemas del mundo.
Estaba decidido a encontrar por todos los medios una solución.Pasaba días en su laboratorio, en busca de respuestas.
Cierto día, su hijo de 7 años, invadió su lugar de trabajo, dispuesto a ayudarle a encontrar esa ansiada solución.
El científico, nervioso por la interrupción, le pidió al niño que fuese a jugar a otro lugar.
Viendo que era imposible sacarlo, el padre pensó en algo que pudiera distraer su atención:
Encontró una revista, donde había un mapa del mundo, ¡justo lo que precisaba!
Con una tijera, recortó el mapa en varios pedazos y se los entregó al niño con un rollo de cinta, diciendo: Hijo, como te gustan tanto los rompecabezas, te voy a dar el mundo en pequeños pedazos, para que lo repares.
El científico pensaba, quizás se demoraría meses en resolverlo, o quizás nunca lo lograse, pero por lo menos, le dejaría tranquilo por un tiempo; pero no fue así.
Pasada algunas horas, escuchó la voz del niño: "Papá, papá, ya hice todo, conseguí terminarlo".
Al principio el padre no dio crédito a las palabras del niño. ¡No puede ser, es imposible que a su edad, haya conseguido recomponer un mapa que jamás había visto antes!
Levantó la vista de sus anotaciones, con la certeza de que vería un trabajo digno de un niño: Para su sorpresa, el mapa estaba completo. Todos los pedazos habían sido colocados en sus debidos lugares. ¿Cómo era posible? ¿Cómo había sido capaz?
-"Hijito, tú no sabías cómo es el mundo, ¿cómo lograste armarlo?"
-"Papá, yo no sabía cómo era el mundo, pero cuando sacaste el mapa de la revista para recortarlo, vi del otro lado la figura de un hombre. Así que le di la vuelta a los recortes y comencé a recomponer al hombre, que sí sabía cómo era.
Cuando conseguí arreglar al hombre, di vuelta la hoja y me di cuenta que había arreglado al mundo."
PARA ARREGLAR EL MUNDO EMPIEZA POR TI

Pedro y el hilo mágico:


Resultado de imagen para pedro y e l hilo magico


Pedro era un niño muy vivaracho. Todos le querían: su familia, sus amigos y sus maestros. Pero tenía una debilidad. - ¿Cual?
Era incapaz de vivir el momento. No había aprendido a disfrutar el proceso de la vida. Cuando estaba en el colegio, soñaba con estar jugando fuera. Cuando estaba jugando soñaba con las vacaciones de verano. Pedro estaba todo el día soñando, sin tomarse el tiempo de saborear los momentos especiales de su vida cotidiana.

Una mañana, Pedro estaba caminando por un bosque cercano a su casa. Al rato, decidió sentarse a descansar en un trecho de hierba y al final se quedó dormido. Tras unos minutos de sueño profundo, oyó a alguien gritar su nombre con voz aguda.
Al abrir los ojos, se sorprendió de ver una mujer de pie a su lado. Debía de tener unos cien años y sus cabellos blancos como la nieve caían sobre su espalda como una apelmazada manta de lana. En la arrugada mano de la mujer había una pequeña pelota mágica con un agujero en su centro, y del agujero colgaba un largo hilo de oro.
La anciana le dijo: "Pedro, este es el hilo de tu vida. Si tiras un poco de él, una hora pasará en cuestión de segundos. Y si tiras con todas tus fuerzas, pasarán meses o incluso años en cuestión de días" Pedro estaba muy excitado por este descubrimiento. "¿Podría quedarme la pelota?", preguntó. La anciana se la entregó.
Al día siguiente, en clase, Pedro se sentía inquieto y aburrido. De pronto recordó su nuevo juguete. Al tirar un poco del hilo dorado, se encontró en su casa jugando en el jardín. Consciente del poder del hilo mágico, se cansó enseguida de ser un colegial y quiso ser adolescente, pensando en la excitación que esa fase de su vida podía traer consigo. Así que tiró una vez más del hilo dorado.
De pronto, ya era un adolescente y tenía una bonita amiga llamada Elisa. Pero Pedro no estaba contento. No había aprendido a disfrutar el presente y a explorar las maravillas de cada etapa de su vida. Así que sacó la pelota y volvió a tirar del hilo, y muchos años pasaron en un solo instante. Ahora se vio transformado en un hombre adulto. Elisa era su esposa y Pedro estaba rodeado de hijos. Pero Pedro reparó en otra cosa. Su pelo, antes negro como el carbón, había empezado a encanecer. Y su madre, a la que tanto quería, se había vuelto vieja y frágil. Pero el seguía sin poder vivir el momento. De modo que una vez más, tiró del hilo mágico y esperó a que se produjeran cambios.
Pedro comprobó que ahora tenía 90 años. Su mata de pelo negro se había vuelto blanca y su bella esposa, vieja también, había muerto unos años atrás. Sus hijos se habían hecho mayores y habían iniciado sus propias vidas lejos de casa. Por primera vez en su vida, Pedro comprendió que no había sabido disfrutar de las maravillas de la vida. Había pasado por la vida a toda prisa, sin pararse a ver todo lo bueno que había en el camino.
Pedro se puso muy triste y decidió ir al bosque donde solía pasear de muchacho para aclarar sus ideas y templar su espíritu. Al adentrarse en el bosque, advirtió que los arbolitos de su niñez se habían convertido en robles imponentes. El bosque mismo era ahora un paraíso natural. Se tumbó en un trecho de hierba y se durmió profundamente.
Al cabo de un minuto, oyó una voz que le llamaba. Alzó los ojos y vio que se trataba nada menos que de la anciana qu muchos años atrás le había regalado el hilo mágico. "¿Has disfrutado de mi regalo?", preguntó ella. Pedro no vaciló al responder: "Al principio fue divertido pero ahora odio esa pelota. La vida me ha pasado sin que me enterase, sin poder disfrutarla.Claro que habría habido momentos tristes y momentos estupendos, pero no he tenido oportunidad de experimentar ninguno de los dos. Me siento vacío por dentro. Me he perdido el don de la vida. "Eres un desagradecido, pero igualmente te concederé un último deseo", dijo la anciana. Pedro pensó unos instantes y luego respondió: "Quisiera volver a ser un niño y vivir otra vez la vida". Dicho esto se quedó otra vez dormido.
Pedro volvió a oír una voz que le llamaba y abrió los ojos. ¿Quien podrá ser ahora?, se preguntó. Cual no sería su sorpresa cuando vio a su madre de pie a su lado. Tenía un aspecto juvenil, saludable y radiante. Pedro comprendió que la extraña mujer del bosque le había concedido el deseo de volver a su niñez.
Ni que decir tiene que Pedro saltó de la cama al momento y empezó a vivir la vida tal como había esperado. Conoció muchos momentos buenos, muchas alegrías y triunfos, pero todo empezó cuando tomó la decisión de no sacrificar el presente por el futuro y empezar a vivir en el ahora.

- Fragmento tomado de "El monje que vendió su Ferrari" Robin S. Sharma- 

domingo, 18 de septiembre de 2016

LAS 4 ESPOSAS

Resultado de imagen para imagen de las 4 esposas








Había una vez un rey que tenía cuatro esposas. 

Él amaba a su cuarta esposa más que a las demás y la adornaba con ricas vestiduras y la complacía con las delicadezas más finas. Solo le daba lo mejor.

También amaba mucho a su tercera esposa y siempre la exhibía en los reinos vecinos. Sin embargo, temía que algún día ella se fuera con otro.

También amaba a su segunda esposa. Ella era su confidente y siempre se mostraba bondadosa, considerada y paciente con él. Cada vez que el rey tenía un problema, confiaba en ella para ayudarle a salir de los tiempos difíciles.

La primera esposa del rey era una compañera muy leal y había hecho grandes contribuciones para mantener tanto la riqueza como el reino del monarca. 

Sin embargo, él no amaba a su primera esposa y aunque ella le amaba profundamente, apenas si él se fijaba en ella.

Un día, el rey enfermó y se dio cuenta de que le quedaba poco tiempo. Pensó acerca de su vida de lujo y caviló:
"Ahora tengo cuatro esposas conmigo pero, cuando muera, estaré solo".

Así que le preguntó a su cuarta esposa: "Te he amado más que a las demás, te he dotado con las mejores vestimentas y te he cuidado con esmero. Ahora que estoy muriendo, ¿estarías dispuesta a seguirme y ser mi compañía?" "¡Ni pensarlo!", Contestó la cuarta esposa y se alejó sin decir más palabras. Su respuesta penetró en su corazón como un cuchillo filoso.

El entristecido monarca le preguntó a su tercera esposa: Te he amado toda mi vida. Ahora que estoy muriendo, ¿estarías dispuesta a seguirme y ser mi compañía?" "¡No!", Contestó su tercera esposa. "¡La vida es demasiado buena! ¡Cuándo mueras, pienso volver a casarme!" Su corazón experimentó una fuerte sacudida y se puso frío.

Entonces preguntó a su segunda esposa: "Siempre he venido a ti por ayuda y siempre has estado allí para mí. Cuando muera, ¿estarías dispuesta a seguirme y ser mi compañía?" "¡Lo siento, no puedo ayudarte esta vez!", contestó la segunda esposa. "Lo más que puedo hacer por ti es enterrarte".Su respuesta vino como un relámpago estruendoso que devastó al rey.

Entonces escuchó una voz: "Me iré contigo y te seguiré doquiera tu vayas".
El rey dirigió la mirada en dirección de la voz y allí estaba su primera esposa. Sé veía tan delgaducha, sufría de desnutrición. Profundamente afectado, el monarca dijo: "¡Debí haberte atendido mejor cuando tuve la oportunidad de hacerlo!"

En realidad, todos tenemos cuatro esposas en nuestras vidas.

Nuestra cuarta esposa es nuestro cuerpo. No importa cuanto tiempo y esfuerzo invirtamos en hacerlo lucir bien, nos dejará cuando muramos.

Nuestra tercera esposa es nuestras posesiones, condición social y riqueza. Cuando muramos, irán a parar a otros.

Nuestra segunda esposa es nuestra familia y amigos. No importa cuanto nos hayan sido de apoyo a nosotros aquí, lo más que podrán hacer es acompañarnos hasta el sepulcro.

Y nuestra primera esposa es nuestra alma, frecuentemente ignorada en la búsqueda de la fortuna, el poder y los placeres del ego. Sin embargo, nuestra alma es la única que nos acompañará a donde quiera que vayamos.

¡Así que, cultívala, fortalécela y cuídala ahora!
Es el más grande regalo que puedes ofrecerle al mundo. ¡Déjala brillar!

jueves, 15 de septiembre de 2016

SOMOS ECO DE NOSOTROS MISMOS

Un hijo y su padre estaban caminando en las montañas. De pronto el hijo se cae, se lastima y grita: "Ahhhh!!".
Para su sorpresa, oye una voz repitiendo en algún lugar de la montaña: "Ahhhh!"
Con curiosidad el niño grita: "¿Quién está ahí?"
Y escucha: " ¿Quién está ahí? ".
Enojado con la respuesta, el niño grita: "¡Cobarde!".
Y recibe de respuesta: "¡Cobarde".
El niño mira a su padre y le pregunta: "¿Qué sucede?"
El padre le contesta: "Presta atención hijo". Y grita: "¡Te admiro!".
Y la voz responde: "¡Te admiro!"
"¡Eres un campeón!"
"¡Eres un campeón!"
Y el padre le explica: "la gente lo llama ECO", pero en realidad es, la VIDA... que te devuelve todo lo que haces...
Nuestra vida es simplemente un reflejo de nuestras acciones.
Si deseas más amor en el mundo, crea más amor a tu alrededor.
Si deseas felicidad, da felicidad a los que te rodean.
Si quieres una sonrisa en el alma, dirige una sonrisa al alma de los que conoces.
Esta relación se aplica a todos los aspectos de la vida. La vida te dará de regreso... exactamente aquello que tú le has dado. Tu vida, no es una coincidencia, es un reflejo de ti.
Alguien dijo: "Si no te gusta lo que recibes de vuelta, revisa muy bien lo que estás dando!!".

Cómo una frase ayudó a salvar mi matrimonio







 

Creo que esta frase no sólo aplica para un
 matrimonio... sino para la convivencia en general!

— Mi hija mayor Jenna hace poco me dijo: «Cuando era pequeña, mi mayor miedo era 
que tú y mi mamá se fueran a divorciar. Sin embargo, cuando cumplí 12, decidí que tal
 vez sería la mejor opción — ¡siempre se peleaban!». Y luego agregó con una sonrisa: «Me da gusto que ahora se lleven bien».
Durante muchos años mi esposa Keri y yo batallamos. Mirando atrás, no entiendo bien
 cómo fue que nos casamos, nuestras personalidades no eran muy compatibles. Cuanto
 más tiempo llevábamos de casados, más profundas parecían ser nuestras diferencias. La fortuna y la fama no hicieron nuestra vida más fácil. Al contrario, parecía que los 
problemas solo se estaban agravando. Nuestras peleas se volvieron constantes y era
 difícil incluso imaginar una relación pacífica. Siempre estábamos a la defensiva, creando fortalezas emocionales alrededor de nuestros corazones. Estábamos a punto de
 divorciarnos y en varias ocasiones llegamos a discutirlo.
Estaba en la gira promocionando mi libro cuando las cosas llegaron al extremo. Tuvimos 
otra pelea seria por teléfono y Keri me colgó. Estaba solo y me sentía solo, frustrado y enojado. Había alcanzado mi límite. Estaba en la ducha, en Buckhead, Atlanta Ritz-
Carlton, gritando que mi matrimonio era un gran error y que ya no podía aguantarlo. 
Odiaba la idea del divorcio pero la idea de seguir así me lastimaba demasiado.
 Estaba confundido y no podía entender por qué mi matrimonio con Keri era tan difícil. En mi corazón sabía que Keri era buena persona. Y que yo también lo era.
 ¿Entonces por qué no nos llevábamos bien?
 ¿Por que me casé con alguien tan diferente a mí? 
¿Por qué ella no podía cambiar?
Al final, ronco y con el corazón roto, me senté en la ducha y empecé a llorar. 
De pronto, desde las profundidades de mi ser llegó la inspiración.
 No puedes cambiarla, Rick. Solo puedes cambiarte a ti mismo.
 Al día siguiente regresé a casa. Mi esposa fría apenas me saludó. 
Esa noche, cuando nos acostamos a dormir, los centímetros que nos separaban
 parecían kilómetros. Sabía que tenía que hacer algo.
A la mañana siguiente, le pregunté a Keri: «¿Qué puedo hacer para mejorar tu día?
Keri me miró enojada: «¿Qué?»
«¿Qué puedo hacer para mejorar tu día?»
«Nada», dijo ella. «¿Por qué lo preguntas?»
«Porque en serio quiero hacerlo», dije. 
«Solo quiero saber qué puedo hacer para que tu día sea mejor».
Me miró con ironía. «¿Quieres hacer algo? Pues ve y limpia la cocina».
De seguro pensaba que me enojaría. En lugar de eso, solo asentí con la cabeza. «Vale». Me levanté y limpié la cocina.
Al día siguiente le pregunté lo mismo. «¿Qué puedo hacer para mejorar tu día?»
«Limpia la cochera».
Respiré profundo. Tuve un día ocupado y sabía que lo dijo solo para enojarme. Sentía la tentación de enojarme. Pero solo dije: «Ok». Me levanté y pasé dos horas seguidas limpiando la cochera. Keri no sabía qué pensar.
Llegó la mañana siguiente. «¿Qué puedo hacer para mejorar tu día?»
«¡Nada!», me dijo. «No puedes hacer nada. Por favor, deja de preguntarlo».
«Disculpa», le contesté. «Pero no puedo. Me hice una promesa a mí mismo.

 ¿Qué puedo hacer para mejorar tu día?»
«¿Por qué lo haces?»
«Porque me importas», le dije. «Y me importa nuestro matrimonio».
A la mañana siguiente pregunté otra vez. Y lo seguí preguntando.
 Luego, en la segunda semana, sucedió un milagro. 
Cuando le hice la misma pregunta, los ojos de Keri se llenaron de lágrimas.
 Empezo a llorar.
 Cuando pudo hablar, me dijo: «Por favor, deja de preguntármelo. 
Tú no eres el del problema. Soy yo. Soy una persona difícil de aguantar. 
No sé por qué sigues a mi lado».
Suavemente levanté su mentón para que me viera a los ojos. 

«Porque te amo», le dije. «¿Qué puedo hacer para mejorar tu día?»
«Soy yo la que debería preguntártelo».
«Cierto», le dije. «Pero no por ahora. Ahora necesito cambiar yo. 

Quiero que sepas lo que significas para mí».
Ella puso su cabeza en mi pecho. «Perdóname por comportarme tan feo».
«Te amo», le dije.
«Te amo», me respondió.
«¿Qué puedo hacer para mejorar tu día?»
Me miró con cariño. «¿Podemos solo pasar un rato juntos?»
Le sonreí. «Me encantaría».
Seguí preguntando durante más de un mes. Y las cosas realmente cambiaron.
 Las peleas terminaron. Entonces Keri empezó a preguntarme:

 «¿Qué puedo hacer para ser buena esposa?»
La muralla entre nosotros cayó, empezamos a tener conversaciones profundas y 
con sentido acerca de qué es lo que queríamos de la vida y cómo podíamos
 hacernos felices mutuamente. No, no resolvimos todos nuestros problemas.
 No puedo decir que jamás volvimos a pelear. Pero la naturaleza de nuestras discusiones cambió. No solo se volvieron menos frecuentes sino también les faltaba energía. Les cortamos el oxígeno. Dejamos de permitir que nos lastimaran.
Keri y yo llevamos más de treinta años de casados. No solo amo a mi eposa, me gusta. Me gusta estar con ella. La necesito. La adoro. Muchas de nuestras diferencias se
 han vuelto nuestras fortalezas y otras no importan. Hemos aprendido cómo cuidar
 el uno del otro y, lo más importante, tenemos ganas de hacerlo.
El matrimonio es difícil. Pero también lo es ser padre, hacer ejercicio, escribir libros
 y todo lo demás que me importa en la vida. Tener una pareja es un regalo significativo. También he aprendido que el matrimonio puede ayudarnos a aceptar los rasgos que 
no nos gustan de nosotros.
A través del tiempo he aprendido que nuestra experiencia fue una ilustración de otra 
lección, aún más grande, acerca del matrimonio. La pregunta que todos aquellos que 
están en una relación deberían hacerle a sus parejas es esta: «¿Qué puedo hacer para mejorar tu vida?». Es el amor. 
Las novelas románticas (he escrito algunas) son acerca  del deseo y final feliz para 
siempre, pero ese «final feliz para siempre» no proviene del deseo. El verdadero amor no se trata de desear a la persona, sino sinceramente desear que sea feliz, a veces
 incluso a expensas de nuestra propia felicidad. El amor verdadero no es lograr que tu 
pareja sea tu copia. Es expandir nuestras habilidades de tolerancia y buscar
 constantemente que tu pareja se sienta bien. Lo demás solo es una farsa de
 interés egoísta.
No quiero decir que mi experiencia funcione en todas las relaciones. Tampoco afirmo
 que todos los matrimonios del mundo deben ser salvados. Pero yo personalmente
 estoy increíblemente agradecido por la inspiración que me llegó ese día. 
Estoy agradecido con la vida porque mi familia sigue intacta y aún tengo a mi esposa, a mi mejor amiga en la  cama cada mañana al despertar.
 Y estoy feliz porque incluso ahora, décadas después, aún nos preguntemos 
«¿Qué puedo hacer para mejorar tu día?»
. Esto hace que valga la pena despertarse en la mañana.

Autor: Richard Paul Evans
Traducción y adaptación: Fenial.guru



miércoles, 14 de septiembre de 2016

Los amantes de los pájaros

Imagina que dos personas que dicen amar a los pájaros, se encuentran. 



pajaro-posandose-mano


La primera los tiene alojados en bellas jaulas doradas, en una habitación climatizada. Les da pienso de alta calidad y agua de manantial embotellada, y los lleva al veterinario periódicamente.
La segunda simplemente les lleva comida al parque, los acaricia cuando se posan y les atiende cuando están heridos y no pueden volar.
La primera persona dice:  ¡Cuánto quiero a mis pájaros! Me gasto una  fortuna en ellos para que tengan todas las comodidades que no tendrían si vivieran salvajes! ¡Pero me duran tan poco! Siempre están enfermos y por mucho que me gasto en medicamentos y en veterinarios se mueren prematuramente. ¡Cuánto me hacen sufrir!  ¿Qué puedo hacer?
La segunda persona dice: Los pájaros que yo cuido no me pertenecen. No están encerrados en jaulas, sino que viven en libertad. Soy feliz porque sé que ellos no están conmigo obligados por los barrotes de una jaula, sino porque lo han elegido libremente. Soy feliz porque los veo vivir conforme ellos quieren, volando en libertad. Sus pájaros, amigo mío, se mueren de pena, porque no son libres. Abra sus jaulas para que puedan volar en libertad y vivirán porque serán libres, porque serán felices.
El primero responde: ¡Es que si les abro la jaula se escaparán y ya no los volveré a ver!
El segundo responde: Si se escapan es porque han estado retenidos en contra de su voluntad y se alejan de lo que para ellos es una vida de esclavitud. Mis pájaros no huyen de mí, porque saben que son libres de ir y venir cuando les plazca. Al contrario, cuando me ven llegar al parque acuden inmediatamente, me rodean y se posan sobre mí.
El primero dice: Lo que usted tiene es lo que yo deseo. Que mis pájaros me quieran.
El segundo dice: Lo que usted quiere jamás lo obtendrá por la fuerza. Les ha colmado de comodidades para intentar compensarles de la carencia de lo que más ansían: volar en libertad. Si realmente les quiere, deje que vivan su vida en libertad.

Las Leyes Espirituales
Vicent Guillem

La prueba de la hoja en blanco


Hoja-Manchada


 Ya conoce usted la prueba de la hoja en blanco ?
Usted toma  una hoja blanca, la presenta a las personas y pregunta:
 ¿Qué es lo que ustedes observan aquí?
 Y todos van a responder: 
“Pues, ¡una hoja blanca!”
Luego usted derrama un poco de tinta en medio de la hoja, muestra y pregunta nuevamente: 
¿Qué es lo que están viendo ahora? 
Y la respuesta no será otra:
 “¡una mancha!”
La misma realidad se repite con relación al ser humano. Una persona puede haber hecho noventa y nueve cosas buenas, pero si algún día hiciese algo errado todo el mundo sólo va a ver el error. Olvidarán fácilmente toda la parte de la “hoja blanca” para ver solamente “la mancha”.
A pesar de ser así las cosas, vale la pena continuar haciendo el bien, viviendo mejor, y tener al mismo tiempo, la mente y el corazón preparados para saber aceptar, en caso de equivocarse, la mediocridad de las personas que, desafortunadamente, van a juzgar y ven solamente el error.

Los monjes y el río

Monks_by_mattahan
Dos monjes budistas iban viajando juntos y tenían que atravesar un río caudaloso. En la orilla estaba una mujer que les pidió por favor que le ayudaran a cruzar, pues ella no podía hacerlo por sí sola
Uno de los monjes, obedeciendo las reglas de su Orden que prohibía a los monjes hablar o tocar a cualquier mujer, la ignoró y atravesó el río.
El otro monje se compadeció de la mujer, la cargó en brazos y la llevó al otro lado del río, donde se despidió de ella y luego los dos monjes continuaron su viaje.
Durante el camino el monje que cumplió las reglas iba enfadado, recordando lo que había hecho su compañero. Tras muchas horas de viaje y muchos kilómetros recorridos el primer monje seguía pensando en lo ocurrido y cuando no aguantó más su enojo, le reclamó a su compañero por haber desobedecido las reglas, por arriesgarse a ser expulsado, por haber deshonrado a su congregación. El segundo monje le respondió: “Yo dejé a esa mujer a la orilla del río, ¿tú por qué sigues cargando con ella?”

martes, 6 de septiembre de 2016

EL CUENTO DEL AMOR Y LA LOCURA

Resultado de imagen para emociones






Mario Benedetti
Cuentan que una vez se reunieron en algún lugar de la Tierra todos los sentimientos y cualidades de los seres humanos.
Cuando el Aburrimiento había bostezado por tercera vez, la Locura, como siempre tan loca, les propuso: “¡Vamos a jugar al escondite!”.
La Intriga levantó la ceja intrigada y la Curiosidad, sin poder contenerse, le preguntó: “¿Al escondite?  Y, ¿cómo es eso?”. “Es un juego  —explicó la Locura—  en el que yo me tapo la cara y comienzo a contar desde uno hasta un millón, y, cuando yo haya terminado de contar, el primero de ustedes al que yo encuentre ocupará mi lugar para continuar el juego”.
El Entusiasmo bailó entusiasmado secundado por la Euforia. La Alegría dio tantos saltos que terminó convenciendo a la Duda, e incluso a la Apatía, a la que nunca le interesaba hacer nada.
Pero no todos querían participar. La Verdad prefirió no esconderse… ¿para qué? si al final siempre la hallaban. Y la Soberbia opinó que era un juego muy tonto (en realidad lo que le molestaba era que la idea no hubiese sido suya).  Y la Cobardía prefirió no arriesgarse.
“Uno, dos tres…”, comenzó a contar la Locura.
La primera en esconderse fue la Pereza. Como siempre tan perezosa se dejó caer tras la primera piedra del camino.  La Fe subió al cielo, y la Envidia se escondió tras la sombra del Triunfo que, con su propio esfuerzo, había logrado subir a la copa del árbol más alto. La Generosidad casi no alcanzó a esconderse, cada sitio que hallaba le parecía maravilloso para alguno de sus amigos. Que si un lago cristalino para la Belleza; que si una hendida en un árbol, perfecto para la Timidez; que si el vuelo de una mariposa, lo mejor para la Voluptuosidad;  que si una ráfaga de viento, magnífico para la Libertad;…  Y así terminó por acurrucarse en un rayito de sol.
El Egoísmo, en cambio, encontró un sitio muy bueno desde el principio: aireado, cómodo,… pero sólo para él. La Mentira se escondió en el fondo de los océanos (mentira, se escondió detrás del arco iris). La Pasión y el Deseo, en el centro de los volcanes.  El Olvido,… se me olvidó dónde se escondió el Olvido, pero eso no es lo más importante.
La Locura contaba ya novecientos noventa y nueve mil novecientos noventa y nueve… Y el Drogamor no había aún encontrado sitio para esconderse entre sus flores.
Un millón contó la Locura y comenzó a buscar.
La primera a la que encontró fue la Pereza,… a sólo tres pasos detrás de unas piedras. Después se escuchó la Fe discutiendo con Dios sobre Teología, y a la Pasión y el Deseo los sintió vibrar en los volcanes. En un descuido encontró a la Envidia y, claro, pudo deducir dónde estaba el Triunfo. Al Egoísmo no tuvo ni que buscarlo, él solo salió disparado de su escondite, que había resultado ser un nido de avispas. De tanto caminar sintió sed, y al acercarse al lago descubrió a la Belleza. Y con la Duda resultó más fácil todavía, pues la encontró sentada en una cerca sin decidir aún dónde esconderse.  
Así fue encontrando a todos. Al Talento entre la hierba fresca, a la Angustia en una oscura cueva, a la Mentira detrás del arco iris (mentira,… en el fondo del mar). Hasta el Olvido,… que ya se había olvidado que estaba jugando a las escondidas.
Pero, sólo el Amor no aparecía por ningún sitio.
La Locura buscó detrás de cada árbol, bajo cada arroyo del planeta, y en la cima de las montañas, y cuando estaba por darse por vencida divisó un rosal y pensó: “El Amor, siempre tan cursi, seguro se escondió entre las rosas”.  Y tomando una horquilla comenzó a mover las ramas,… cuando de pronto se escuchó un doloroso grito… Las espinas habían herido los ojos del Amor, y la Locura no sabía qué hacer para disculparse. Lloró, rogó, pidió perdón y hasta prometió ser su lazarillo.
Desde entonces, desde que por primera vez se jugó en la Tierra al escondite, el Amor es ciego,… y la Locura siempre lo acompaña.


Resultado de imagen para el amor y la locura